Con un plantel lleno de pibes, Boca empató ante Independiente del Valle y definirá en La Bombonera

Cualquier resultado que no fuera categórico, que no entrara en la columna de las goleadas vergonzantes era de por sí una buena noticia. Cualquier escenario que mantuviera abierta la serie después del papelón histórico de la fallida inscripción de los refuerzos daba para celebrar (despacito, después del escándalo no daba para agitar el avispero). El 0-0 es mucha mejor cosecha de la esperada, un resultado que no sólo deja el playoff vivo, sino inclinado para el lado de Boca.

En términos futbolísticos, era difícil para Boca hacer pie de visitante, en la altura, contra uno de los mejores equipos de Ecuador con este rejunte (sin faltarle a nadie el respeto, es lo que es) con lo que fue quedando en el colador después de las lesiones, las cesiones al equipo olímpico, los colgados y los refuerzos truncos. Y hay que decir que el equipo dio la cara, dio la talla aún siendo superado por momentos en el trámite, y lo jugó con inteligencia. Ni hablar de los pibes que tuvieron su bautismo de fuego, siendo piezas clave en una instancia de eliminación. Y ni a Boca se lo llevaron puesto ni Independiente arrasó: más bien fue un dominio territorial del local, que casi nunca pudo perforar la doble línea de cuatro que inteligentemente paró Diego Martínez y aún teniendo mucho menos la pelota se las ingenió para generar algunas situaciones de gol. Tanto, que los intentos más peligrosos del local vinieron con tiros desde afuera: fueron tres en los primeros 12 minutos de juego, que no llevaron demasiado peligro, más allá de que en el primero de ellos Chiquito dio un rebote peligroso.

Aunque puso un equipo sin experiencia, a Boca le sobraba energía para lidiar con la altura, desde la frescura de Delgado y Benítez en el medio, con salida rápida por Saralegui y Ceballos. Los cuatro en el medio que puso el Gigoló le ganaron la batalla a los tres que dispuso Gandolfi, y de repente ese equipo que comenzó algo timorato se fue animando. De hecho, las tres situaciones más claras del primer tiempo fueron para Boca: un tiro libre de Ceballos que le salió demasiado centralizado, un centro de Saralegui que no pudo conectar Di Lollo llegando como 9 y una jugada eléctrica entre Merentiel y Janson le quedó servida al uruguayo para el 1-0, pero demoró la definición, quedó mal pisado y la tiró por arriba.

IDV tenía que salir de la modorra e intensificó el ataque, a costa de ofrecer más espacios para la contra de Boca. Así, el partido se hizo de ida y vuelta, con llegadas en las dos áreas. Chiquito sufrió con un tiro lejano de Ortiz, una llegada clara de Carabajal en un corner y un toque de López que manoteó al córner; aunque Boca respondió con otra corrida de Merentiel que el arquero salvó con un manotazo cuando llegaba Saralegui.

Cuando Gandolfi apostó al doble nueve, Martínez reaccionó con el ingreso de Mendía para poner línea de cinco. En el cambio, Boca perdió ritmo en el medio con la salida de Ceballos, pero es entendible la decisión de Martínez de mantener el empate. Así, Boca se fue resignando a perder protagonismo y se tiró demasiado atrás. Aunque el dominio de IDV siguió siendo territorial, sin generar llegadas en proporción a la tenencia del balón y a la posición en el campo de juego. Es más, Boca fabricó otro cotraataque que nació en una pelota perdida por Schunke, que el Changito Zeballos, en su celebrada vuelta al equipo, le cedió el gol a Merentiel y la Bestia, como toda la noche, desperdició el mano a mano con el arquero.

Este empate llena de alivio el termo de Juan Román Riquelme, con chances de evitar un enorme trago amargo de la mala praxis dirigencial. Sigue siendo una serie difícil porque nada está garantizado.